


Planteamineto del Consumismo
¿El fenómeno del consumismo siempre ha existido? ¿O se originó en algún momento? Y si es asÃ, ¿cómo? ¿Por qué? ¿Cuándo?.
A lo largo de toda la historia de la civilización, la mayorÃa de las personas han comprado únicamente los productos que han necesitado. Si alguien necesitaba comprar pergaminos para redactar un texto, los compraba. Si alguien necesitaba unos nuevos zapatos porque los suyos estaban ya muy desgastados, iban a una zapaterÃa y se hacÃan con ellos. Si alguien necesitaba un paraguas para guarecerse de la lluvia, reunÃa el dinero necesario y solucionaba su problema en una tienda.
Pero no todo se compraba respondiendo a necesidades más o menos acuciantes. Muchas personas utilizaban su dinero (el sobrante después de las compras más importantes) para comprar productos que satisfacÃan sus necesidades de ocio y disfrute. Estos productos no eran vitales para subsistir, ni siquiera para vivir con un mÃnimo de dignidad, pero se requerÃan para entretenerse uno en el tiempo libre.

No obstante, ya fuese un producto para satisfacer una necesidad apremiante, o un producto para satisfacer una necesidad accesoria, lo importante es resaltar que se utilizaban según la utilidad que repararan. De esta forma, cuando los vendedores intentaban exponer su producto, lo hacÃan resaltando las cualidades de su uso. Si intentaban vender un coche, resaltaban lo cómodo que podÃa ser conducirlo, o la velocidad que podÃa alcanzar. Si intentaban vender ropa de invierno, se insistÃa en la capacidad de la prenda para mantener en calor al cuerpo que la vistiese. Si intentaban vender perfumes, sus esfuerzos iban dirigidos a mostrar el buen aroma que desprendÃan sus productos.Por lo tanto, los productos se vendÃan a los consumidores en función de lo que ellos necesitaran en el desarrollo normal de sus vidas.
A principios del siglo XX, los avances en la organización del trabajo en los medios productivos junto con el progreso tecnológico dieron un fuerte impulso a las fábricas productoras gracias al aumento de la productividad. Se consiguió producir los mismos productos a una velocidad mayor. Sin embargo ese fenómeno se topó con un problema importante: cualquier ciclo comercial necesita que el artÃculo que se fabrique deba ser vendido, porque de no ser asÃ, el artÃculo se queda en el almacén y no se obtienen beneficios por su venta. Como la velocidad a la que se producÃan las manufacturas habÃa aumentado, pero no la velocidad a la que se vendÃan, los ingresos seguÃan entrando a la misma velocidad de siempre y no se obtenÃan ventajas por la mayor velocidad de fabricación (incluso surgÃan desventajas, debido al aumento de los costes al producir mayores cantidades).
La solución a este problema vino de la mano del sobrino de Sigmund Freud: Edward Bernays. Este ciudadano estadounidense empleó los descubrimientos de su tÃo sobre la mente de las personas para hacer negocio. Freud habÃa puesto de manifiesto que las personas tienen en lo más profundo de su ser un estado animal que se caracteriza por sentimientos irracionales. Para el creador del psicoanálisis, la cultura y la civilización son muros que el ser humano levanta para mantener controlado a su estado mental más primigenio; pero el comportamiento de las personas a veces se nutre de esos impulsos irracionales que emergen de lo más hondo de sus mentes. A Bernays se le ocurrió relacionar estos impulsos irracionales con el mundo de la publicidad comercial; y obtuvo excelentes resultados.
En definitiva, estos altos empresarios crearon nuevas necesidades a las masas para que no tuviesen más remedio que comprar los productos que ellos vendÃan y asà poder cubrir esas carencias recién establecidas. Alimentaron la demanda con estratagemas publicitarias que atacaban a las raÃces más emocionales y sensibles de la mente humana para dar solución al problema de la sobreproducción. Se percataron de que disponÃan del poder necesario (dinero y medios en cantidades suficientes) para manipular las decisiones de compra de las masas.El fenómeno del consumismo fue originado por las élites dominantes en aras de su propio interés y no es más que una pieza clave en el rÃgido y agarrotado funcionamiento de la actividad económica capitalista.